Hace décadas, el País Vasco ha sido testigo de diversos cambios que han generado puentes de intercambio, relación y oportunidad en el desarrollo social y cultural de este territorio. La llegada de personas procedentes de diversos orígenes ha dado lugar a la apertura hacia la convivencia intercultural y con ello la oportunidad de explorar nuevas formas de relacionarnos, de ver el mundo e integrar una perspectiva plural de lo que somos.
Euskadi ya es un enclave intercultural en donde surgen puentes de intercambio y diversas propuestas que atraen nuevos caminos. El turismo ha demostrado el interés de personas de diversos lugares, los cuales se acercan a conocer la mezcla entre la reverencia a la identidad cultural, la historia, junto a la visión de futuro que habita en este territorio.
Uno de los elementos en los que más se puede observar este fenómeno es en el espacio gastronómico. Este mismo, el cual alrededor de los años sigue mutando desde la base de una cultura hacia la comida tradicional, la cual en las últimas décadas ha decidido probarse con sabores, formas de otras latitudes y que ha proporcionado un lugar a lo que hoy en día es todo un movimiento gastronómico: la comida vasca fusión.
Múltiples proyectos gastronómicos han sido galardonados en los últimos años en el País vasco, un territorio en el que siempre hemos comido bien, el culto al buen comer y a la buena bebida es algo que trasciende de lo social, es un hilo que construye identidad, y una forma de estar y sentirse parte de esta sociedad.
Desde esta mirada ha surgido la necesidad de explorar nuevos caminos, entender nuevas corrientes de alimentación, sensibilidades e intereses por una comida rica, de calidad y a la vez sana, en la que todas las personas podamos sentirnos incluidas. Es así cómo surge la apertura hacia el café de especialidad. Recordemos que esta bebida tradicionalmente puede ser una de las que más se beba en el día a día de cualquier persona.
En el País Vasco, a mediados del siglo XX se popularizó el uso de la achicoria, un producto vegetal que, tras la escasez del café, intentaba sustituir el sabor de este producto. Desde los años 70, hasta la actualidad, se consume el café torrefacto, un café al cual mediante el tueste se le adiciona azúcar produciendo un sabor a caramelo con el cual se intenta enmascarar las bajas propiedades del producto, algo que ha sido cuestionado incluso por ser perjudicial para la salud.
Estos cambios históricos en la gastronomía y en la cultura, unidos a la necesidad de exigir productos de calidad, han facilitado la llegada del café de especialidad. Actualmente, en la ciudad existen locales especializados en esta bebida, en donde parar a tomar un café es toda una experiencia sensorial. Pero también, esta nueva corriente está impulsando a las personas a aprender sobre métodos de preparación y trasladar a sus casas el placer de tomar una taza de calidad.
Recordemos que por café de especialidad llamamos a un producto con una trazabilidad, es decir, un estudio contrastado por expertos catadores que certifican el origen, los productores y la calidad del producto, ya sea por su proceso de cultivo, aromas, notas de sabor, acidez, cuerpo, entre otros factores y que según la escala creada por la SCA (Asociación de Cafés de Especialidad) si este obtiene una puntuación mayor de 80 es considerado un café de especialidad.
Para concluir, entendemos que el café de especialidad ha llegado para quedarse, para integrar una nueva forma de relacionarnos con esta bebida, pero también dadas las formas en las que este mismo se elabora y toma, puede llegar a ser un elemento creador de cultura, relación y optimización de servicios de alta calidad en una ciudad que camina a ser un lugar de vanguardia.
Un abrazo,
Team Siembra Coffee ;)